SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS 2015

Pentecostés es fiesta grande para la Iglesia. Y es una llamada a abrir los corazones ante las muchas inspiraciones y luces que el Espíritu Santo no deja de susurrar, de gritar. Porque es Dios, porque es Amor, nos enseña a perdonar, a amar, a difundir el amor.
Podemos hacer nuestra la oración que compuso el Cardenal Jean Verdier (1864-1940) para pedir, sencillamente, luz y ayuda al Espíritu Santo en las mil situaciones de la vida ordinaria, o en aquellos momentos más especiales que podamos atravesar en nuestro caminar hacia el encuentro eterno con el Padre de las misericordias.
“Oh Espíritu Santo, 
Amor del Padre, y del Hijo:
Inspírame siempre 
lo que debo pensar, 
lo que debo decir, 
cómo debo decirlo, 
lo que debo callar, 
cómo debo actuar, 
lo que debo hacer, 
para gloria de Dios, 
bien de las almas 
y mi propia santificación.
Espíritu Santo, 
dame agudeza para entender, 
capacidad para retener, 
método y facultad para aprender, 
sutileza para interpretar, 
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar, 
dirección al progresar 
y perfección al acabar. 
Amén” (Cardenal Verdier).





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