UNA CARTA PARA TI
JESÚS ME HABLA
“Hola… ¿Te puedo quitar unos minutos de tu
valioso tiempo? ¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la
vida? Cuando hayas hecho todo lo que esté en tu mano para tratar de
solucionarlos, déjame el resto a mí… Si te abandonas en mí, todo se resolverá
con tranquilidad, según mis designios… No te desesperes, no me dirijas una
oración agitada como si quisieras exigirme el cumplimiento de tu deseo. Cierra
los ojos del alma, y dime con calma: JESÚS, CONFÍO EN TI.
Evita las preocupaciones, las angustias y los
pensamientos sobre lo que pueda suceder después. No estropees mis planes,
queriéndome imponer tus ideas. DÉJAME SER DIOS, y actuar con toda libertad; y
dime: JESÚS,
CONFÍO EN TI.
Y no seas como el paciente que le pide al
médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis
manos. No tengas miedo. Yo te amo, y dime: JESÚS, CONFÍO EN TI.
Si crees que las cosas empeoran o se
complican, a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y
confía. Continúa diciéndome a todas horas: JESÚS, CONFÍO EN TI.
Necesito las manos libres para obrar. No me
ates con tus preocupaciones inútiles; además, agitarse y angustiarse te quita
la paz. Confía sólo en mí; así qe no te preocupes, confía en mí todas tus
preocupaciones y tus angustias… y duerme tranquilamente. Dime siempre: JESÚS, CONFÍO
EN TI.
Y verás grandes milagros. Espera en mi amor, y déjate amar
por mí. Recuérdalo siempre, dime siempre: JESÚS, CONFÍO EN TI”.
Después
de haber escuchado a Jesús, vale la pena que tomes tú la palabra, y le hables.
Contesta con tu oración a la de Jesús. Seguramente tu espíritu estará más
sereno, y, tal vez, te hayas desembarazado de alguna angustia o preocupación.
Mi consejo, que también me doy a mí mismo, es que escuchemos estas palabras de
Jesús con frecuencia. Seguro que viviremos con más paz. Ya hemos dicho alguna
vez, que “creer es fiarse del Señor”, confiar en él. Esto no está en contra de
aquello de “a Dios rogando,
y con el mazo dando”. El Señor necesita nuestra colaboración; pero
después, todo depende de él, si le dejamos. Hay que actuar como si todo
dependiera de nosotros, pero luego esperar y confiar como si todo dependiera de
él.
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